Es muy frecuente escuchar expresiones despectivas y de asco hacia la presencia física de otros animales, y es el motivo de que, aunque compartamos espacios públicos en nuestra ciudad, tengan restringido el acceso a muchas zonas frecuentadas por humanos. También es el motivo de muchas campañas de erradicación, envenenamientos masivos, trampas y otras muertes crueles e injustas, como ocurre a menudo con gatos y palomas.
El asco es una emoción de rechazo y desagrado hacia algo, que se origina en el sistema límbico de forma innata, aunque el objeto del asco viene determinado por la cultura. La función evolutiva de esta reacción es la protección ante alimentos incomestibles o sustancias nocivas para la salud. En algunos casos el asco, es el desencadenante de alguna fobia.
En la Edad Media, las calles estaban cubiertas de excrementos, el aseo personal era inexistente y el aire era una mezcla de vapores pestilentes. Las enfermedades, como la peste o la rabia, se propagaban de forma contagiosa, unas veces transmitidas entre humanos y otras a través de otros animales que no eran si no también simples habitantes de aquellas ciudades inmundas que el ser humano había creado.
Actualmente convivimos distintas especies en aceptables condiciones de higiene, con cuidados veterinarios que incluyen vacunas y control de parásitos por lo que ciertos “ascos” deberían estar superados ya que no tienen razón de ser. Investigadores han concluido que el dinero, monedas y billetes, que manipulamos a diario como parte de nuestra rutina, contiene unas 26mil bacterias, al igual que los teclados de los ordenadores, los teléfonos móviles que acercamos a nuestra cara y boca. En cada estornudo, se expande una nube invisible de mocos, flemas y saliva rica en gérmenes que alcanzan hasta 6 metros a la redonda y en un beso podemos compartir hasta 80 millones de bacterias.
Las enfermedades con alta probabilidad de contagio son aquellas que se transmiten de humano a humano, como pueden ser gripe, tuberculosis, mononucleosis, varicela, hepatitis, papilomavirus, VIH, ébola, etc. Sin embargo el porcentaje de transmisión de enfermedades desde otro animal, como rabia, toxoplasmosis, parásitos u hongos es bastante improbable siguiendo unas pautas mínimas de higiene y sentido común sin necesidad de caer en la hipocondría. Además se ha comprobado que el contacto con otros animales refuerza el sistema inmunlógico desde las edades más tempranas, aumentando considerablemente las defensas.
Una vez aportados estos datos, podemos concluir que estas comunes reacciones de asco no tienen ya un sentido evolutivo sino que responden más bien a una actitud claramente especista, es decir, discriminatoria en función de la especie. El pelo de un perro no es más sucio que cualquier otro pelo, pero es pelo de perro, de alguien de otra especie y eso genera rechazo.
Conocer el mundo que nos rodea es fundamental para avanzar hacia una coexistencia más armoniosa, y reflexionar sobre nuestras costumbres o impulsos insconscientes nos ayudará a superar las fobias y miedos irracionales que nos separan.
Combate el especismo, infórmate y elimina tus prejuicios.
Noemí Alba Redactora de El Hogar Animal Sanctuary