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Muchas familias han tenido en sus mesas esta navidad este producto, el foie-gras, sin saber realmente de dónde proviene, qué es exactamente o lo que se esconde tras la producción de este. Y es que esta crema es, en realidad el interior de un hígado enfermo de patos, ocas o incluso cerdos torturados hasta que mueren.
La obtención de este producto se genera en granjas especializadas donde se sobrealimenta a ocas y patos durante toda su vida, que claramente dura demasiado poco. A estas aves, agarradas sin poder moverse por maquinaria en cadena, se les introduce en la boca, con el pico abierto a la fuerza, un tubo metálico de hasta treinta centímetros, el cual llega hasta el estómago.
Mediante dicho tubo se introduce, varias veces al día, una masa de maíz que engorda a las aves para que su hígado se vaya degradando. Esta masa, introducida forzosamente en su cuerpo, equivaldría a treinta kilos de pasta al día para una persona humana. Además del estrés y el pánico que sufren psicológicamente, el tubo genera en los animales diversas heridas en el esófago y los órganos internos. Tras semanas sin descanso con esta crueldad inhumana, el hígado adquiere un tamaño diez veces mayor que el de un ave sana, a la vez que contrae esteatosis hepática, una enfermedad consecuente de esta tortura.
Una vez muertos, aves y ocas son abiertos en canal para extirpar el hígado y sacar de él la masa enferma que se ha generado, que luego empaquetarán y nombrarán como foie-gras, para capricho de mercados y familias.
Una investigación de Igualdad Animal destapó los horrores que se generan en este tipo de granjas. También nosotras llevamos a cabo hace dos años la campaña “Di No al Foie Gras”, saliendo a las calles catalanas en plenas navidades entre 2015 y 2016, para concienciar sobre el consumo de este producto y sus consecuencias en los animales.
Laska, Frida, Kahlo, Nuria, Dodi, Fénix y Óscar son los patitos que viven felizmente junto a nosotras. Todos ellos tienen un espacio libre y seguro para pasear, comer y beber, incluso un charquito limpio en el que darse chapuzones, ducharse y jugar. Vinieron de ventas ambulantes, abandonados con amenazas de ser devorados, comprados como juguetes, perdidos en jardines e incluso estanques varados…
Paula, Malcom y Nataly son las ocas. Ellas, venidas de granja, tratan ahora sus heridas emocionales siendo cada día más felices en su Hogar. En el santuario tienen una casita y un terreno para ellas solas. Durante el día suelen pasear por todo el recinto juntas, visitando a sus otros compañeros.
Todos ellos son animales rescatados de infiernos que viven ahora sus vidas felices, con la calma y la seguridad de que serán tratados con el respeto que merecen como seres sintientes, como personas no humanas. Está en nuestra mano que todos los patos y ocas que sufren a diario en granjas de foie-gras y de otro tipo de explotaciones dejen de ser torturados dejando de consumir foie-gras, este producto tan popular, tan engañoso y tan cruel.
(Arien Vega)
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