Paula es la matriarca de la familia de ocas del santuario.

Seguro que alguna vez has conocido a alguien que cuida de los suyos con uñas y dientes, que los aconseja, los protege y los ayuda por naturaleza. Son esas personas que tienen un don para guiar al resto. Paula es una oca muy especial, con un bello plumaje, es la matriarca del grupo. Siempre va delante, cabeza alta observando todo con sus claros ojos y con su alta cresta de matriarca, vela constantemente por sus hermanas.

Camina con la cabeza bien alta, explorando a través de sus ojos claros un entorno dulce y tranquilo, asegurándose de que todo está en calma y de vez en cuando entona un grito de hermandad que las demás contestan al unísono como todo buen equipo que se precie. Paula es un ejemplo que nos puede ayudar a apreciar cómo disfrutan de la vida en familia los de su especie, su necesidad de caminar y explorar en equipo, de cantar todas juntas bajo el sol, de disfrutar de la calma, la paz y la brisa sobre el agua de un estanque sintiéndose protegidas la una por la otra, de dormir acurrucadas dándose mimos y mirando las estrellas.

En las granjas en las que viven las que no tuvieron su misma suerte, todas viven encajonadas y estresadas. Hacinadas en jaulas de frío metal que dejan sus vulnerables cuellos a disposición del explotador. Un miedo terrible y una desesperación inimaginable se manifiesta a través de sus ojos, llenos de dolor y de confusión. Solo tenemos que ver a Paula y sus ganas de vivir, su extrema sensibilidad y su afán protector y podremos comprender lo que supone para millones de ocas como ella estar encerrada, ser manipulada, utilizada, asustada, sin poder hacer nada para proteger a sus iguales ni para salvarse de la vida a la que las han condenado. Ellas están indefensas, pero hoy tienen unas cuantas representantes en El Hogar Animal Sanctuary que demostrarán al mundo cómo las ocas también quieren disfrutar de una vida plena y larga en libertad, en compañía de los suyos.

Ayudemos a Paula a continuar con su importante misión y a seguir cuidando de su familia, disfrutando de las pequeñas cosas de la vida, la textura de la tierra bajo sus patas, el sol en su cara, la lluvia sobre sus alas, el amanecer y el atardecer bajo los árboles, y que así los ojos de cada vez más ocas como ella brillen de alegría y de plenitud al sentirse libres, que brillen porque son  como espejos de lo que realmente sienten.