Brisa llevaba meses sin ponerse en pie. La infección de su pie derecho había pasado a otras partes de su cuerpo causándole una septicemia grave.
Meses tirada en el frío suelo de una granja… Intentaron curarla, curarla o arreglarla como se arregla una herramienta que apenas vale. Con medicamentos muy fuertes que o las curan, o las matan. Medicamentos sin ninguna prescripción veterinaria y que los propios operarios les ponen sin conocimiento alguno. Esto fue una de las causas que mataron a Brisa, A nuestra Brisa de la Libertad. La niña Brisa (así era como nos gustaba llamarla por su mirada de niña curiosa y ansiosa por vivir), era una de esas mamás encerradas en jaulas toda su vida. Barrotes que las oprimen hasta ulcerar su piel, cubículos en los que ni siquiera se pueden dar la vuelta. Hembras violadas con aparatos de inseminación, sistemáticamente 2,5 veces al año. Mamás a las que les arrebatan sus hijos bebés 2, 5 veces al año… que lloran y gritan para llamarles, que los oyen llorar al otro lado de las granjas y no pueden llegar a consolarles nunca, porque las paredes les separan ya para siempre. Brisa no tuvo la suerte de tener la vida que merecía tener. Como tampoco tuvo el final que todos quisimos para ella, por mucho que luchamos a su lado, por mucho que la amamos… el especismo de esta sociedad para con las cerdas como ella, provocaron muchas negligencias que acabaron con ella. Otras madres como Brisa sufren lo mismo sin que nadie las quiera ni las cuide, sin que nadie pelee por ellas. En las granjas las vidas se apagan sin más. No cuesta ver que Brisa está hecha de pura magia, de ojitos dulces llenos de esperanza que miran queriendo entender, perdonar, que en muy poco tiempo dejaron de temblar de miedo, para regalarnos un amor infinito y una comprensión de la situación que nos dejó a todos… enganchados de su presencia, enamorados para toda nuestra vida de su carácter y su sabiduría. Si la humanidad tuviese tu corazón, este mundo sería lo más. Brisa fue una embajadora de todas esas madres encerradas en granjas, gracias a su carisma, se extendió su historia a través de las redes sociales, llegando a lugares lejanos, cambiando corazones de gente de todas las edades, curiosamente… llegando a millones de madres humanas que sin duda se vieron identificadas con el sufrimiento que todas las mamíferas tendrían, al llevar una vida así de miserable, siendo violadas y separadas de sus familias una y otra vez. Brisa trajo lágrimas al conocer la crueldad con la que la habían tratado, al ver el sufrimiento que llevaba consigo, pero también trajo algo muy bello y poderoso: Trajo empatía. Y gracias a todo lo que vivimos con ella: desde operaciones desesperadas, a días felices y juegos con el agua, a risas de ella embarrándose por primera vez el morrito, a las canciones de nana que le cantaban los voluntarios, las noches en vela viéndola partir… y sobre todo, la lucha para que los veterinarios la curaran y la trataran con el respeto, y las oportunidades que todo ser sintiente debiera tener en nuestro mundo “civilizado”. La magia de Brisa quedó con nosotros, nos costó muchísimo dejarla ir. De hecho, ninguno de los que la conocimos nos hemos resignado a su pérdida, y es por esto, porque ella no debió morir, que sigue apareciendo en nuestras vidas en forma de documental, dibujada en las camisetas al ladito del corazón de quien las lleva, en las fichas de los habitantes que siguen con nosotros, en la sección de amadrinamiento… porque la esencia de la Brisa de la libertad es lo que nos deja seguir viviendo con el corazón tan roto, “pensar que sigues por aquí” es la única posibilidad que tenemos de poder volver a sonreír en este mundo despiadado e injusto. Brisa no quiere tristezas, ni se merece ver más lágrimas, ella quiere y merece gente peleando por cambiar el mundo que la obligó a morir, y que obliga cada día a sufrir a billones de animales como ella. Quiere sonrisas, alegrías y victorias. Por ella nuestro compromiso de ser vegan (respetar a los animales y no tratarles como recursos) se ha extendido a ser activista (concienciar a la sociedad hacia los derechos animales y promover que cambien su forma dominante y cruel de tratarles), porque ella nos enseñó con que solo querer no es suficiente, tenemos mucho camino que recorrer para salvar a los animales. A Brisa le gusta cerrar los ojitos mirando al sol y sentir la tranquilidad, sentir que está en casa, sentir los pájaros cantar y el olor de la hierba al mecerla el viento. Brisa de la Esperanza siempre está en El Hogar Animal Sanctuary.
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