Patitas muy largas hechas para caminar, orejitas atentas para escuchar y morrito afilado para olisquear. Es Fantasía.

Fantasía es una víctima de la caza: a su familia la mataron unos cazadores. Alguien la encontró en el campo, se la llevó a casa y la crio a biberón. Pero no siempre cuando se intenta ayudar, se consigue hacer todo bien, así que a Fantasía la encerraron en 30 metros cuadrados, 30 metros de malestar.

Tras ocho años de encierro, sin apenas poderse mover, el humano que se ocupaba de Fantasía ha muerto y sus hijos no la quieren cuidar, para ellos es una carga sin más. Su cuerpito atlético está hecho para la libertad, correr grandes distancias y brincar. Es probable que Fantasía soñase por las noches que podía correr, que podía volar.

Llega de lejos alguien muy especial, 2000 Km nos querían separar, no hay distancias para el amor, cuatro ruedas recorren distancias y llegan hasta un corazón. Una vez que llegamos, con mimo y atención, Fantasía se sube a la furgoneta, ya todo empieza a cambiar, hay nervios… y esperanza también. La voz que ahora le habla intenta calmarla, quien ahora la lleva se para de vez en cuando para ver cómo va. Su primer contacto con estas nuevas personas, no parece igual.

Cuando Fantasía llega a El Hogar Animal Sanctuary, toca descansar, los ciervos son animales muy sensibles a situaciones de estrés, cambios, traslados… sucesos que ellos no esperan y les asustan. El viaje en coche ha dejado cansada a Fantasía, así que la dejamos descansar. Fantasía descansa en la parte de atrás de la furgoneta, para no alterarla en exceso. Una camita de heno y agua fresca para saborear.

Al llegar la mañana, las puertas se abren, entra la luz, y los ojos se empiezan a adaptar, la gente habla bajito: has llegado a la libertad. Fantasía tarda un rato en querer bajar, poner las patitas en el suelo y comprender que, de pronto, el sueño es realidad. Brisita en el cuerpo y hierba para pastar, ahora son 30 hectáreas de pura felicidad. Puede parecer fantasía, pero es real.