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Y mientras, en tu plato y en tu mesa y en tu boca…
A veces me imagino un futuro apocalíptico y desolador. Ciudades oscuras. Edificios decorados con infinitas tonalidades de cochambre. Personas con tres ojos, cinco brazos y quizás dos cabezas, ambas transgénicas. Danza de ondas y microondas, ovillos en el cielo de tubos de escape y tugsteno, y en la pantalla gigante de Death Square un anuncio de la nueva Metallic Umbrella, * ¡especial para dias de lluvia ácida! *
Y de repente vuelvo con una punzada de realidad, puede que virtual, pero que nada tiene de virtuosa. “¡Estamos viviendo un momento histórico!” rezan los titulares de los medios de comunicación que de un lado y de otro estiran de la cuerda invisible que nos divide como pueblo, que nos aniquila el pensamiento, que nos individualiza y nos arrincona más todavía. Y es que DUI y 155 no son dos modelos de algún prototipo de androide. Son un oxímoron polémico que nos hace olvidar otros asuntos como el acuerdo CETA, aprobado en el Senado a finales de octubre.
¿Qué es el acuerdo CETA?
No puede ser… ¿Nos han colado por toda la escuadra el acuerdo CETA…? Espera… ¿Qué es el acuerdo CETA? ¿Te acuerdas del nefasto TTIP…? (Pues el CETA es su primo de Zumosol… Y está abajo en tu portal, con un bate de béisbol, esperando que le abras).
El acuerdo CETA es un tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá en el que 5 años de opacas negociaciones y varios meses de formulación jurídica, han dado como resultado 1.598 páginas para aprobar la supresión de los aranceles aduaneros. Antepone los derechos de las multinacionales para que puedan prevalecer sus intereses frente al bienestar de los propios Estados. Y debilita la legislación que protege la sanidad pública, los derechos sociales, el medio ambiente y los animales, por ser un obstáculo para sus salvajes políticas de producción.
Existen importantes diferencias legislativas que regulan la producción en la UE y en Canadá. Los aspectos normativos del modelo canadiense son mucho más laxos, lo que permite a los inversores reducir los costes de producción y aumentar las ganancias materiales, obviando por completo la conveniencia social, animal y medioambiental.
Respecto al bienestar animal, la normativa de la UE contempla liberar a los animales de hambre y de sed; de la incomodidad; del dolor, lesiones o enfermedad; de expresar un comportamiento normal; del temor y la angustia desde el reconocimiento de que los animales son seres sintientes. Mientras que Canadá recoge únicamente 3 leyes federales que regulan el “bienestar” de los animales criados con fines de explotación: la ley de sanidad animal, la ley de inspección de carnes y código penal. Punto.
Cómo afecta a los animales
En Canadá son legales sustancias tóxicas que en la UE están prohibidas para uso alimenticio como la Ractopamina y otros promotores de engorde de animales; ácido láctico para la desinfección de canales en mataderos y cloro u otras sustancias químicas similares para limpiar la carne antes de ser envasada. Además, ni si quiera están obligados a indicar en el etiquetado si los productos han sido modificados genéticamente…
Las granjas son auténticos campos de concentración y las condiciones de vida y muerte de sus habitantes son de una crueldad intolerable. Y el mismo terrible destino les espera a los que son torturados en laboratorios, o los que (sobre)viven en el mar…
Y mientras, en tu plato y en tu mesa y en tu boca… Salmón clonado.
Y Dioxinas por huevos y Mercurio de atún. Bizcocho de antibióticos con crujiente de hormonas. Y Bistec de tortura. Arsénico en el pavo. Pesticidas de colores. Bisfenol y Ftalatos, nitritos y nitratos…
¿Sigues pensando que el veganismo no tiene sentido? ¿Que es solo una moda? ¿Que a los veganos nos faltan “coshas”? ¿Que puedes enfermar por no comer animales? ¿Sigues sin querer ver que no luchar contra la industria significa hacerla posible? Ahora es el momento, cuando estemos enfermos será quizás demasiado tarde…
A veces me imagino un futuro apocalíptico y desolador. Y a veces, solo a veces, estoy convencida de que se puede cambiar el mundo.
Pilar Sáez, voluntaria de El Hogar Animal Sanctuary
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