Aunque pueda parecer increíble, comprar un cerdo para tenerlo en un piso conviviendo con humanos es un fenómeno en expansión. Muchas personas se han dejado seducir por esta idea equivocada.
Mucha gente cree que el tamaño que tienen cuando son bebés es el que tendrán el resto de su vida, o así se lo garantiza el vendedor. Pero como cualquier individuo, estos crecen y además de por su tamaño, y sobre todo por sus necesidades biológicas serán individuos de difícil adaptación para la vida en ciudad.
Esto por desgracia lleva a mucha gente al abandono de los cerditos, pensando que podrán buscarse la vida en un monte o en el campo. Como si de jabalíes salvajes se tratara.
Si mucha gente, equivocadamente piensa que un perro o un gato se pueden apañar para sobrevivir si les abandonan en la urbe,¿ por qué no un cerdo?, se consuelan pensando que en un parque o campo donde haya vegetación el animal puede adaptarse a vivir sin dificultad.
Un individuo que ha sido criado por humanos, que nunca le han enseñado a buscar comida porque se la han proporcionado sin ningún esfuerzo. Como tampoco le han enseñaron a protegerse de los peligros como: depredadores, coches, vándalos… ¿Que hace pensar a ésta gente que un animal sin conocimiento alguno de los peligros que hay fuera de los muros de la casa donde ha crecido puedan sobrevivir?
Pero, ¿quien dijo que sobrevivir es el equivalente a VIVIR?
Sobrevivir es igual a buscar desesperados comida que llevarse a la boca, en un medio que desconocen. Es caminar en un paraje lleno de peligros que no sabrían identificar. Es esconderse en la oscuridad de ruidos que aterrorizan y pasar frío o calor sin saber como hallar un escondite o cueva que les proteja de estas inclemencias.
Sobrevivir, es un espacio en el tiempo muy limitado, es burlar la sentencia de muerte que tienes por no haber nacido humano.
Sin embargo, vivir es no temer nunca por tu vida y la de tu familia.
Vivir es igual a disfrutar de los baños de sol, comer y beber cuando les apetezca, caminar para estirar las patas, retozar en el barro cuando hace calor y escarbar para jugar a encontrar.
Al parecer el abandono no solo concierne a los perros y los gatos, por desgracia se está extendiendo también a otras especies que el humano considera “ de compañía”. Y, que tiene el agravio, de que ni las administraciones se pueden hacer cargo, pues no hay lugares adecuados a albergarlos en caso de abandono.
Un cerdo no puede compartir cheniles con perros en los centros de recogida municipales, ni pueden esperar a ser nuevamente adoptados, pues las familias de humanos, como hemos visto, no están capacitados. Sus viviendas no están preparadas para alojar a estos individuos porque básicamente, los cerditos tienen que vivir en el campo. No en ciudades, ni pisos, ni adosados.
Por desgracia, el abandono de los cerditos vietnamitas está cada vez más a la orden del día, incluso los tienen criando sin control y cuando se les complica el tema, son capaces de abandonar familias enteras…
Ésta es la historia de Campanilla, que, junto con toda su familia fue abandonada en un monte, rodeado de carreteras.
Allí la gente del pueblo “les dio caza” y encerraron en la plaza de toros, donde vivirían aterrorizados hasta la fecha de su sacrificio.
Afortunadamente, existe un lugar, un pequeño rincón en la tierra, quizás considerado una utopía hecha realidad. Donde se esperaba impaciente la llegada de Campanilla, donde lo único que se espera de ella, era que fuera lo que quisiera ser, donde no se la considerada como algo, si no, como alguien. Donde la muerte no estará planeada y la asaltará prematuramente.
Un lugar donde podrá correr y jugar, donde ya no tendrá que sobrevivir, si no vivir.
Bienvenida Campanilla a las tierras de nunca jamás, donde nunca jamás te abandonarán. Esta tierra es tuya, nuestra, la que podrás compartir con el resto de niños perdidos. Campanilla, aquí ya no habrá Capitán Garfio, que te secuestre, y el cocodrilo Tic tac, será un amigo más con quien jugar.
Bienvenida pequeña, a tu vida.
por Karen