Especismo marcado a fuego

En esta sociedad individualista y competitiva en la que vivimos, las humanas sentimos la «necesidad » de marcar nuestras pertenencias para que todas sepan que son nuestras. Pero, ¿acaso puede pertenecernos la vida de otro ser sintiente? ¿Tenemos derecho a etiquetarlos como si fuesen objetos?

Existen muchos métodos que el ser humano ha ido desarrollando a lo largo de los siglos con tal de identificar que tiene el derecho de propiedad sobre los animales no humanos a los que cosifica. Las marcas como los crotales (un plástico numerado que se pone en la oreja) suelen ir destinadas a los animales considerados de consumo ya que su instalación es rápida y tienen un bajo coste. Sin embargo, los animales que van a tener un periodo de vida mayor (sementales o caballos explotados para monta o tiro) o que van a estar en la mal denominada «libertad» deben llevar una marca duradera y bien visible a gran distancia. La única manera de que una marca permanezca es haciéndola directamente en el cuerpo del animal. En este texto nos queremos centrar en unos métodos aplicados en equinos que por su crueldad deberían haberse prohibido hace décadas, sin  embargo, no es así.

Esquema de la piel de mamíferos
Mensaje extraído de un foro de equitación que muestra el capricho por el que se hacen estas marcas y el conocimiento del dolor ejercido.

Hay varias formas de identificar (más o menos duraderas) dependiendo de cuántas capas de la piel destruya el marcaje. Si solo afecta a las capas superficiales y destruye el folículo piloso es un marcado por corrosión que supuestamente es indoloro, pero no se usa mucho por la falta de definición de la marca. Tradicionalmente se ha usado el marcado a fuego que consiste en aplicar durante unos segundos un hierro al rojo vivo en la piel del caballo. La cicatriz que les queda de por vida es la muestra de que para esas personas no eran más que mera propiedad. Esta cicatriz es, por lo general, de color oscuro. Por lo que aquellos que querían dejar su marca en caballos pardos o negros tenían un problema para identificarlos como suyos, lamentablemente la inventiva del ser humano para dañar a otras no tiene límite e idearon la criomarca. Esta técnica consiste en una quemadura por congelación con un metal entre -70 y -169 grados, lo que  destruye las células de pigmentación de la piel (melanocitos) por lo que la cicatriz y el pelo que hay en ella son de color blanco. Supuestamente esta quemadura es menos dolorosa que la marca a fuego por lo que, lamentablemente, está cobrando popularidad entre los ganaderos. En algunas ganaderías incluso tatúan la parte interna del labio superior del caballo para que sea así reconocible. Alegan que es una técnica no excesivamente dolorosa para el animal, sin embargo, cualquiera que se haya hecho un tatuaje sabe que puede llegar a ser muy doloroso, más aún si no se hace por voluntad propia.

Marca hecha con frío
Morrisey y la marca que la sociedad especista ha dejado en él

Los defensores de estas prácticas reclaman que son necesarias para identificar claramente a los animales, pero esta afirmación no se corresponde con la realidad. En primer lugar, porque existen chips que pueden implantarse como se hace con otros animales que conviven con nosotros. Este método se lleva desarrollando desde los años 70, prácticamente medio siglo para modificar sus malas prácticas, pero siguen usándolas a pesar de que haya veterinarios especializados que recomienden el cambio. Por otro lado, cada vez que el animal cambia de propietaria debe volver a pasar por el suplicio solo porque hay gente a la que le gusta que lleven su marca de por vida. A pesar de lo poco necesario y cruel de esta práctica en España y otros países sigue estando permitida, aunque cada vez son más los que prohíben la marca con fuego.

 

En el santuario El Hogar, dos de nuestros queridos equinos han tenido que pasar por esta práctica, el pequeño Morrisey y la abuelita Edith. Nos causa mucha tristeza que la marca de tantos años de explotación haya quedado para siempre en sus cuerpos. Solo podemos garantizarles que les cuidaremos lo mejor que sepamos y que jamás dejaremos que nadie les vuelva a considerar un mero objeto que marcar.

 

Morrisey en El Hogar
Edith feliz en El hogar