Dentro de las formas que tiene el ser humano de explotar a los animales, la experimentación con ellos puede que sea una de las más controvertidas. A pesar de que existen métodos que dejan obsoleto el testeo en animales este se sigue usando para medicamentos, educación e investigación, cosmética, productos de limpieza e incluso para ciertos alimentos. Las pruebas van desde «inofensivos» experimentos de comportamiento tipo laberinto a inyectar sustancias posiblemente tóxicas o provocar enfermedades mortales. El 52% experimenta sufrimiento/estrés/dolor moderado, severo o la muerte. En cualquiera de los casos los animales viven cosificados, sin posibilidad de decidir sobre su vida y finalmente si sobreviven a la experimentación son asesinados al terminar el proyecto. En España en 2019, 808.992 individuos fueron explotados en la experimentación animal.