Eid al-Adha, otra tradición cruel e innecesaria

Entramos en la víspera de una de las tradiciones más sangrientas y crueles del mundo. Desde el próximo domingo día 11, y durante tres jornadas, los musulmanes celebran su sacrificio, llamado Eid al-Adha  -Fiesta del sacrificio- rememorando a Abraham degollando a un cordero en lugar de su hijo como sacrificio ante Dios. Después de orar se realiza el sacrificio. La carne del animal sacrificado -asesinado- se reparte entre quien le mata, su familia y las personas necesitadas.
Es la época en la que se reza y mira por los más desfavorecidos. Pero, ¿quienes son realmente los más desfavorecidos?

Foto: Tras Los Muros


Muerte cruel

Sin lugar a dudas, como en otras tantas tradiciones, es el animal -no humano- quien está en clara desventaja con respecto al otro protagonista del acto -el animal humano-. A pesar de contar con diferentes explotaciones ganaderas, y mataderos, que supuestamente cumplen las normativas vigentes de bienestar animal, esto no evita que los corderos sean degollados sin anestesia ni posibilidad de hacer oposición de quienes aprovechan su fuerza y superioridad numérica, además de que en muchos lugares el ritual se celebra en plena calle, en patios particulares con acceso libre, visual y físico, para contemplar el macabro espectáculo, y por lo tanto sin tener ninguna preocupación veterinaria. Si siempre denunciamos la explotación animal por la cosificación de los animales para sacarles un beneficio, éste, además de querer repetir una acción muy desubicada en los tiempos actuales, es si cabe más desconcertante al tratarse de un elemento tradicional que representa la sustitución de un hijo que iba a ser injustamente asesinado por su propio padre -Gabriel, antes de que Abraham fuera a sacrificar a su progenitor, le sugirió que lo sustituyera por un cordero-.
¿Si finalmente, en aquel momento, Abraham hubiera matado a Isaac, ahora estaríamos homenajeando la «gesta» cada año matando a un niño?

Foto: La Verdad


Todas las religiones se contradicen

Halal signfica legal, se atribuye a todo producto permitido para consumo, higiene y medicina. Paradójicamente, el Islam considera la vida animal, humana y no humana, como sagrada. Pero aunque eso deberíamos interpretarlo como que todas las vidas sintientes son importantes, pone a unas por encima de otras. El cerdo, por ejemplo, es considerado Haram -ilegal- por lo tanto cuenta con la protección de la religión islámica. También lo son cocodrilos, caimanes y ranas. Peces y mariscos son aceptables para consumo, siempre y cuando no sean preparados con alcohol, que está prohibido.
Allah dice que hay que esforzarse en hacer buenas obras. Esto no sorprende, pues las religiones siempre marcan el camino de la bondad a través de almas caritativas. Lo que es una contradicción a la hora de interpretar la religión -sea cual sea su origen- pues se supone que debe ser una obligación respetar «a todas las criaturas de Dios». Respetar vidas es cumplir el «no matarás».

Sin embargo, el rito sagrado impone la mirada a la Meca y bajo el grito de bismillah -en el nombre de Dios- un matarife musulmán y adulto corta el cuello del sacrificado, que por supuesto, no tiene ningún protocolo de aturdimiento. El sistema «Halal» está obligado a hacerse con el animal consciente, para no dar sensación de enfermedad ni debilidad. La UE así lo permite. Esto ha generado rechazo pues desde otras culturas, como la nuestra, se considera un «maltrato animal gratuito» que debería evitarse. Así pues ya hay paises como Suecia, Noruega, Austria, Estonia, Suiza, Lituania, Islandia y Dinamarca que han comenzado a prohibir esta práctica en sus territorios. En España, sin embargo, suma y sigue. En nuestro país viven unos 2 millones de musulmanes. Aquí se ha pasado en diez años de tener 25 mataderos halal a 100.  Como reacción el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha prohibido la etiqueta «ecológica» en la carne de esta procedencia, puesto que no cumple ese mínimo. La normativa, que da la excepcionalidad a este tipo de sacrificios por motivos religiosos, permitió que solo en Mercabarna, en el año 2010, se superara la cifra de 100.000 corderos y 40.000 terneras. El matadero de Olivenza, en Badajoz, sacrificó casi 30.000 cabezas de ovino y caprino en 2017 y en Aragón solo ese año mató por halal a 70.000 animales. En Catalunya, según la Federación de Industrias Cárnicas (Fecic), casi un 50% del cordero y más del 40% del vacuno se sacrifican por el rito halal. Estamos hablando de casi las mismas cifras halal y no halal solo en esta comunidad.

FOTO: JOAN CASTRO
Foto: GIRONES MATADERO SACRIFICIO    HALAL 28-10-10 FOTO JOAN CASTROFoto: Joan Castro, matadero Gironés


El fallo cultural no es exclusivo del Islam

Hay que recordar que la técnica estandar en los mataderos, fuera del ámbito islámico, aun dependiendo de una ley de supuesto bienestar animal, no se llega a respetar en la mayoría de casos, puesto que es imposible controlar los miles de animales que mueren cada día. No hay salarios suficientes para todas las personas que se necesitarían para asegurar que en todos estos sitios se hagan las cosas como marca la ley, cuando en ellos su objetivo es la rentabilidad: máxima producción posible en el menor tiempo posible. No podemos entonces responsabilizar la problemática a una mera cuestión cultural pues en ambos casos se matan a los animales innecesariamente -para alimentarnos disponemos de todas las proteinas en los vegetales- pero además aquí matar a un animal sin aturdir es saltarse la ley. La consecuencia, al final, es la misma: un inocente muere cuando no hay necesidad.

En España también tenemos nuestro dilema cultural. Desde fuera se nos ve como un país incivilizado e insensible hacia los animales por tradiciones ancestrales que no conseguimos sacudirnos a pesar de las constantes voces que, desde ruidosas minorías pero también desde amplias y visibles mayorías, claman contra fiestas sin sentido, como las de la tauromaquia, cabras que vuelan desde campanarios, la decapitación de aves, el rapado a la fuerza de caballos, y un sin fin de sinsentidos en pleno siglo XXI.
El problema no es pertenecer a una cultura u otra, pues todo lo que sea matar a un animal por capricho -todo lo que no sea bajo un contexto estricto de supervivencia- es innecesario, y por lo tanto moralmente injustificado e inaceptable.
Los mataderos halal están mal, y los que no son halal también.

Foto: Oviespaña

Desde El Hogar siempre pedimos conciencia por los animales. Respeto, consideración y justicia. Ninguna tradición justifica el daño para ningún ser sintiente, provenga del país que provenga. La compasión no depende de orígenes sino de ser empáticos y aceptar que todos queremos vivir y poder ser libres.

 

Fuentes:
www.cuandopasa.com
elfarodeceuta.es
religiondelislam.com
www.elpais.com
www.eldiario.es
www.publico.es
es.reuters.com
magnet.xataka.com