Amadeo estaba destinado a ser la cena de Navidad de alguien…

Por suerte para él, y para quienes ahora comparten su vida con este simpático cerdo, un voluntario de El Hogar Animal Sanctuary lo rescató de la carretera, por donde huía asustado tras caerse del camión que le llevaba al matadero.

Amadeo tenía sólo un mes y medio cuando llegó al santuario, pero sus ojos ya reflejaban el horror y el sufrimiento de toda una vida de maltrato, explotación y desprecio. Tenía un miedo atroz a los humanos, temblaba con cada ruido que oía y estaba gravemente enfermo a causa de los piensos de engorde rápido llenos de hormonas que habían constituido su alimentación.

Poco a poco comenzó a confiar de nuevo en las manos humanas, al comprobar que éstas no siempre dañan, como las que había conocido anteriormente. Zai, la cerdita vietnamita, entonces más grande que él, fue un gran apoyo para descubrir un nuevo mundo de libertad, compañeros amables y cariño. Hoy Amadeo ya ha superado a Zai en tamaño, pero siguen buscándose como amigos inseparables, como hermanos.

Amadeo adora tumbarse al sol mientras una mano amiga le rasca la tripita. Él se sabe afortunado y disfruta por todos los que no han tenido la misma suerte que él.