Cuando hacía una semana que estábamos en pleno confinamiento, debido al estado de alarma decretado por el coronavirus, una chica salió a tirar la basura y vio en el hueco de un árbol a un polluelo que, seguramente, se había caído de un nido.
En cuanto lo cogió para ver cómo estaba, él empezó a piar y piar, a chillar muchísimo, cada vez más fuerte… y por eso le puso de nombre Pío. Para los pichones piar es una forma de comunicarse, de expresar que tienen hambre, miedo o reclamar a su madre. Se llevó al bebé a casa y contactó con la asociación Mis Amigas Las Palomas que le asesoraron sobre la crianza hasta que pudiera valerse por sí mismo.
Su rescatadora empezó a darle papilla cada cuatro horas, después pasó a darle sólido (garbanzos, guisantes, maíz) alternado con sonda. Con el dedo iba siguiendo las semillas para que aprendiera a picotear la comida. Pío paseaba por toda la casa hasta que empezó a volar y descubrió que le encantaba posarse en los hombros y las cabezas humanas. También adoraba darse baños en un barreño con agua.
Pío creció feliz y el vínculo que creó con su mamá humana es para siempre. Él sabe que hubo una persona especial que no miró hacia otro lado, que le acogió, alimentó y cuidó hasta su llegada al santuario. Ahora vive con otros habitantes de su especie y comparte vuelos con sus nuevas amigas en el aviario de El Hogar Animal Sanctuary.
¡Si tú también eres una apasionada de las palomas, amadrina a Pío!
Ellos también quieren vivir, nos ayudas a darles una nueva oportunidad?
Amadrina desde 12€ / 18€ / 25€ ó 45€
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