Rubén llegó al santuario en 2017, tenía 21 años. Lo habían usado para trabajar en el campo y para que los niños lo montaran. Era la herramienta de trabajo de un abuelito al que llegó el momento de jubilarse y, cuando lo hizo, la familia no quiso hacerse cargo de Rubén.

Llegó lleno de pulgas, con los cascos deformados y con un sobrecrecimiento importante que hacía que apoyara los pies de forma antinatural. La falta de cuidados y el desamor fueron las culpables de todo eso. Rubén había estado atado la mayor parte del tiempo y, recién llegado al santuario, al soltarlo no sabía muy bien cómo reaccionar ni adónde ir si no se le guiaba con una cuerda que hacía las veces de correa. Poco a poco fuimos enseñándole a tomar la iniciativa y a demostrarle que no decidiríamos por él como había sucedido hasta ese momento.

Luego de desparasitarlo y vacunarlo, Rubén fue descubriendo lo que eran las caricias, el amor de los humanos. Fue un proceso largo que dejara de asociar nuestras manos a golpes o castigos, pero lo conseguimos. Rubén al final aprendió que en El Hogar las manos son solo para acariciar, que nunca lastiman. Rubén es valiente y decidido así que pudo superar sus miedos.

En 2020 nuestro burrito sufrió un episodio muy triste y duradero que fue una herida en el escroto que, en un principio, pensaban que era un tumor en el pene. Luego de operaciones y casi un año de curas conseguimos que saliera adelante.

Rubén tiene la piel muy delicada y cada primavera tenemos estar luchando con las infecciones que le producen las moscas para que no se le hagan heridas.

Hoy podemos decir que Rubén al fin encontró la felicidad en las tierras de nuestro santuario. Hace largos paseos por todo el terreno del santuario junto a sus amigos: la ovejita Savannah y  corderito Chelo. ¡Paseos tan largos que hay días en los que tenemos que bajar a buscarlos cuando oscurece! Rubén ahora camina libremente todo lo que no pudo caminar libre en sus primeros 21 años de vida. Ahora decide dónde, cómo y cuándo echarse a descansar y a tomar el sol. Sí que podemos asegurar que es un burrito feliz.