Al principio, el caballo era una especie libre y salvaje, que galopaba en grandes manadas por las llanuras prehistóricas. Pero ya en la Edad de Bronce el ser humano decidió someterle para transformarlo en un elemento utilitario para su vida cotidiana.
Desde entonces, nos han acompañado durante siglos y milenios viviendo avasallados y utilizados, siendo víctimas silenciosas de las más mezquinas formas de maltrato.
Han sido obligados a trabajar como medios de transporte y como juguetes para divertir a otros. A vivir encerrados en establos y sólo salir al aire libre sujetos con bridas.
Forzados a competir y a correr hasta lastimar sus cuerpos; a formar parte del ejército y participar en las más sangrientas batallas de las guerras entre humanos. A enfrentarse a toros enfurecidos de dolor y agonía.
Castigados con cepos, con hambre, con abandono, con caminatas extenuantes bajo el sol. Castigados con la indiferencia de aquellos a quienes llevan tanto tiempo sirviendo.
El cerebro de un caballo es comparable en tamaño al de un humano y su córtex está muy desarrollado, al igual que su hipocampo, que es la parte del cerebro que rige la inteligencia y la memoria. Su memoria a largo plazo es mucho más amplia que la nuestra y aunque su aprendizaje puede resultar más lento, es muy difícil que lleguen a olvidar algo que han aprendido.
Poseen una gran sensibilidad que hace que tengan tendencia a huir a la más leve percepción de peligro y como muchos mamíferos herbívoros, son muy sociales y necesitan la reconfortante compañía de una manada para sentirse seguros y felices.
La crisis económica ha provocado un alarmante aumento del abandono de equinos en todo el país, y desde todos los puntos cardinales nos llegan historias dramáticas de familias de caballos olvidadas en fincas, enfermos y famélicos, cayendo uno tras otro.
La admiración que sentimos ante la imagen de un caballo erguido sobre sus piernas, relinchando enérgicamente con sus crines al viento, no se corresponde con el trato real que se les ha dado hasta ahora.
La historia del caballo es una historia triste y demasiado larga que habla de miedo, de sumisión, de ataduras y mucho dolor. Es hora de cambiarla y de luchar por restaurar tanto sufrimiento, de dar por primera vez, un trato realmente digno a nuestros compañeros los caballos.