Sentimientos de profunda tristeza, de soledad, de decepción, de poca valía, de inferioridad, ganas de desaparecer, rabia, ira, llanto desconsolado y mucha, mucha desconfianza, son algunos de los síntomas presentes en experiencias de abandono.
Según la psicóloga Delia Ruiz de “Psicotándem”:
“Es vital para el armónico desarrollo de nuestros niños el establecimiento de un apego seguro. El apego es la seguridad emocional que proporcionará al pequeño la sensación de ser aceptado y protegido incondicionalmente. Experiencias de abandono originan traumas (heridas psíquicas) que influirán de forma negativa en la evolución y crecimiento de la persona, dejando secuelas para toda la vida.”
Los perros, cuya capacidad intelectual se ha comprobado que es similar a la de los niños más pequeños, y con un abanico emocional complejo y amplio, experimentan sensaciones similares ante una situación de abandono.
Y entendemos por abandono cualquier opción que implique una separación de la familia, sean cuales sean las condiciones que se le vayan a proporcionar.
Consideramos que la grave falta de empatía relacionada con el abandono es una lacra social que se debe erradicar cuanto antes, mediante leyes y por supuesto, educación.
No olvidemos nunca que cuando te responsabilizas de alguien lo haces para toda la vida.