“A veces la vida cambia de la noche a la mañana y de forma brutal e inesperada. La libertad, ese derecho natural con el que todos nacemos, ese tesoro que es lo más valioso que poseemos, junto a la vida, te pueden ser robadas a traición, de la manera más vil.
Mira mis ojos. Es miedo lo que ves. Terror en estado puro. Y tristeza. Ni siquiera puedo recordar como he llegado hasta aquí. Estoy rodeado, veo caras, cientos de miradas clavadas en mi, huelo la adrenalina; el clamor de mil voces enloquecidas, me hacen sudar y temblar de miedo. Siento el pánico de mis compañeros también y nos apretamos, quizá juntos podamos protegernos.
Pero nosotros no atacamos, no matamos, no sabemos hacerlo. Nuestros cuernos afilados fueron creados para solucionar pequeñas riñas internas y defendernos en casos de última necesidad. No llevamos la violencia en la sangre, y rechazamos los enfrentamientos. Somos pacíficos.
Por eso corro. Corro desesperado por las calles, huyendo del acoso y de los golpes. Imagino el campo, verde, la suave hierba mecida por el viento, y el silencio, el olor de la lavanda y el cosquilleo de las hormigas trepándome las patas. Y busco una huída hacia ese lugar.
Pero me pegan, me acorralan, corren detrás de mi, a mis lados, delante, por todas partes, me cierran el paso, me ciega el rojo y el blanco. No puedo controlar mi cuerpo y me caigo. Algo cruje dentro de mí y mi piel se rasga. Hay sangre. Mi sangre. Pero he de ignorar el dolor, tengo que correr más deprisa, con más fuerza.
Recorro las calles, bramando, llorando. De mi boca sale espuma, mi organismo comienza a colapsar. Metro a metro voy perdiendo la esperanza. Intento apartar a la turba utilizando lo único que tengo y cabeceo, desordenadamente, preso del espanto.
Llego al ruedo, el lugar donde culmina el tormento. Todo lo anterior no ha sido más que el principio. La multitud espera, y las risas y los aplausos son un mal augurio.
Presiento el final de mi vida.
Apenas me quedan fuerzas para luchar.
Mi destino está sellado.
Soy un toro y ya estoy muerto.”
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Nunca dejaremos de luchar por ellos.