En estos últimos meses, hemos sido testigos, a través de los medios, de impactantes casos de maltrato animal que han demostrado a la opinión pública que se trata de una constante habitual en la industria ganadera. El más reciente fue el que sacó a la luz la televisión australiana a través de unas terroríficas imágenes tomadas en un barco de exportación de ganado. Más de 2.000 ovejas murieron a bordo del Awassi Express debido a las altísimas temperaturas en las que viajaban encerradas en minúsculos corrales, sin agua ni comida. Un tripulante grabó en secreto el infierno y entregó las imágenes a una cadena de televisión y a la ONG Animals Australia. Rápidamente se despertó la indignación, como si fuese un hecho aislado. Las imágenes están en internet para quien sea capaz de verlas, pero conviene tener en cuenta que conocemos este caso porque alguien lo grabó, pero que más allá de nuestra vista, este tipo de cosas ocurren a diario. Porque lo sucedido en el Awassi Express no es la excepción. Es la norma.
Hace unos meses conocíamos la noticia del accidente en carretera que sufría un un camión que transportaba a 5 elefantes del circo Gottani. Uno de los elefantes murió y los demás resultaron heridos. Pocos días después, volcaba otro camión en el que viajaban varios cientos de cerdos dejando la carretera llena de cadáveres y animales malheridos o moribundos. Escenas dantescas que ocurren con demasiada frecuencia.
La vida de los animales de granja ya es de por sí un maltrato constante desde prácticamente el nacimiento. Separación prematura de la madre, amputaciones, privaciones de todo tipo, golpes, encierros, falta de asistencia veterinaria, etc. Pero el momento de transporte, cuando son llevados al matadero, al engordadero o a otra granja, según la especie, se convierte en una verdadera tortura. El nivel de sufrimiento, psicológico y físico durante las operaciones de carga, trayecto y descarga, supera lo imaginable. Cuando se trata de exportaciones, los animales viajan durante varios días hacinados, sin cuidados de ningún tipo y sin agua y comida.
Millones de cerdos, vacas, caballos, ovejas y gallinas viajan en estas condiciones, muchos de los cuales mueren en el camino, asfixiados, aplastados y deshidratados. Es habitual que se produzcan múltiples fracturas de huesos y paros cardiacos debido al estrés. Para que nos hagamos una idea de las dimensiones de esta tragedia, apuntar que solamente en España fallecen unos 85.000 cerdos de los 37 millones que se transportan. Probablemente, ni viendo las grabaciones de video, ni haciendo un intenso ejercicio de empatía, podremos hacernos una idea del dolor y la atrocidad que se vive en los camiones y los barcos que transportan a los animales.
¿Podemos hacer algo para frenar esto? Definitivamente sí. Es tan sencillo como dejar de participar en la explotación animal. El maltrato forma parte de la industria ganadera y consumir sus productos es fomentar que estas prácticas se sigan produciendo. Considera el veganismo como la única opción respetuosa para el planeta y los animales. Está en tus manos detener este horror.