Justino el honesto, allí donde va reparte conciencia. Le miras, le observas…y como si fuera un juez de los de los cuentos, de los que son sabios y honestos, los que defienden la verdad y la justicia y no tanto la ley de los humanos, que a veces de justa no tiene ni la “a”.

Sabes como acertar, una mirada de este animal y sabes que la jaula tiene que abrirse, que el conejo tiene que vivir en libertad. Tomar sus propias decisiones y correr y saltar según lo pida su cuerpo, y no el tiempo que uno como su responsable le puede dedicar.

Un roedor que vivió encerrado, atrapado en una jaula de medio metro, viendo la vida pasar y el sin poder participar. Comer lo que le daban (casi siempre pienso barato y artificial) y dormir el resto del día pues no podía ni caminar en tan pequeña celda de metal.

Hoy esos ojitos han descubierto el color de la felicidad, de la vida real: el verde hierva y el  azul del cielo, marrón de arena.

Por la noche duerme bajo las estrellas y corretea en busca de juego con los mosquitos, mariposas y polillas que vuelan a su antojo entre la oscuridad.

Persigue saltamontes y olisquea, sobre todo olisquea.

Hay tanto por descubrir…

Hoy Justino sabe que es un conejo y que su vida empieza, aquí

Por Elena.EHL

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