Érase una vez una linda y viejita oveja color canela. Esta vez no vamos a contaros la historia de su vida antes de llegar al lugar donde los animales viven felices, esta vez os vamos a contar su historia una vez llegó allí. Porque el antes, es más de lo mismo, una vida dura, en la que nadie la quiso por ser ella, si no por lo que de ella podían conseguir. Una vida de enfermedad y tristeza.
Sin embargo, todo esto cambió al llegar a la que sería su familia. Lo primero que le sorprendió a Lur es que, por primera vez, alguien le habló con voz amable y le miró a los ojos. La acariciaron, le explicaron dónde la llevaban y qué iban a hacer y empezaron a curarle todas las heridas. La alimentaron, porque estaba tan desnutrida que apenas se sostenía en pie, con ese alimento que nutre el cuerpo y el alma. Le dieron masajes para aliviar una molesta cojera que tenía. Y supo lo que era sentirse querida, cuidada, mimada. Y entonces, Lur pudo ser ella misma, mostrar a sus compañeros su verdadera forma de ser, que cautivó a todos, y ser feliz.
En su nueva casa, Lur se hizo muy amiga de otras dos ovejas, cuya historia os contaremos más adelante: Flor y Camille. Las 3 pasean por su casa siempre juntas, comparten largos momentos al sol y también confidencias. Porque resultó que Lur era muy enamoradiza y cada cierto tiempo sus ojos brillaban de forma especial y su corazón palpitaba con fuerza. Y se enamoraba con tanta fuerza que una vez hasta tuvo un embarazo psicológico y llegó a tener leche. Es cierto que esta vez no hubo ningún corderito para tomarla, pero también es cierto, que esta vez no sufrió el dolor de la separación de su bebé ni que le robaran después su leche. Esta vez estuvo acompañada por muchos animales que la querían, y se sintió mucho mejor.
Ahora está muy malita, y todos sus compañeros la cuidan, en especial sus inseparables Flor y Camille. Lur sabe que le queda poco tiempo y no deja de sorprenderse de todos los esfuerzos que hacen por ella: pasto recién cortado, mimitos y atenciones diarias y un viaje adelantado para llevarla a las nuevas tierras ya. Porque le han contado que le va a dar tiempo a conocer prados verdes de los que podrá pastar ella directamente, agua fresca, sol y brisa y el mismo amor y respeto que disfruta ahora día a día. Y para ello, hay un montón de personas trabajando por conseguirlo.
Todas animadas y contagiadas del entusiasmo de la mujer que día a día la cuida como una madre.
Porque en el lugar donde viven felices los animales, ellos descubren lo que es el amor y cuentan siempre con alguien que les ofrecer lo mejor. Lur lo ha conseguido, Lur ya disfruta del mejor lugar posible, ¡Todos con Lur!