Descubriendo el mundo

Podemos asegurar  y sin ningún miedo a equivocarnos que el amigo Kero es absolutamente feliz.  Su mirada desborda agradecimiento y esa devoción propia de los perros más nobles. Y es que nos estuvo esperando tras las rejas ni más ni menos que diez años. Con sus noches y sus días. Diez inviernos y diez primaveras.  Y ahora, en la tercera edad, con el cuerpo flaquito y un poco débil y el hocico lleno de canas, está descubriendo el mundo:  las siestas sobre la hierba, la lluvia, el sol, el viento, ¡los sabores! ; está aprendiendo a relacionarse con humanos, con perros, con gatos, con aves… “¡Qué placer más sublime que te rasquen la espalda, la tripa, por todas partes!”piensa  mientras retuerce y estira el cuerpo, satisfecho.  Dulce, dulce Kero, todo besos y meneos de rabito.

Y a pesar de todo, Kero aún tiene miedo de que le vuelvan a abandonar, por eso da su amor tan desesperadamente, porque sabe que es lo único que puede ofrecer a cambio de un hogar. Así son algunos:  cuanto más les quitan, más quieren dar.  ¡Qué afortunadas somos de tenerte en nuestras vidas!

kerito

Otra que está descubriendo el mundo es  la pequeña Fuerza Dori. Llegó al santuario  siendo un peluche manejable y que todos querían achuchar, y hoy es ya casi una señorita  con preciosos rizos de lana y unos cuernos sobre su cabeza a modo de corona.

Las ovejas y las cabras, como la mayoría de herbívoros, son animales muy pacíficos, dóciles y tímidos.  Hay que tratarlas como a princesas, con mucho cariño y delicadeza. Cuando llegó Fuerza, las demás la miraron con desconfianza,  pero ahora nuestro pequeño rebaño está tan unido como una familia bien avenida, y se cuidan unas a otras ,  se protegen y se vigilan, descansan cerquita en verano y se dan calor en invierno. Y así es como debe ser, ¿no creéis?