Patricia sigue igual de dulce que cuando llegó a El Hogar siendo un bebé. Tiene una paciencia infinita y una bondad increíble. Él mira el mundo que tiene alrededor desde su sillita y goza feliz de esas imágenes. Le encanta ver el atardecer, sentir el aire en sus plumas. Disfruta con la comida y las caricias de todas las voluntarias del santuario.
Esta es la historia de Patricia y su hermana Montse:
“De entre las cenizas… Cuando nos enteramos de los incendios en Tarragona en el año 2019, nos pusimos en contacto con distintos organismos oficiales para prestar nuestra ayuda como santuario: adoptar animales huérfanos, curar los heridos, prestar las instalaciones, etc. Nos agradecieron mucho el ofrecimiento, pero nunca nos llamaron.
Nos decían que todos los animales que estaban en granjas habían muerto en el incendio.
Como vimos que había ovejas supervivientes, nos embarcamos en la aventura de ir a buscarlas o rescatar a alguno que hubiera huido, buscar a perros perdidos, ayudar a las víctimas olvidadas por nuestra sociedad, los otros animales.
Os podéis imaginar que paisajes tristes y desoladores, las granjas que visitamos eran galerías de los horrores con muchos perros atados, gallinas muertas fuera de los contenedores habilitados para cadáveres, etc.
Las ovejas supervivientes no estaban, habían sido «sacrificadas para que no sufrieran más» ¡Madre mía! Esas falsas e incluso hirientes palabras golpeaban nuestras cabezas hasta que, al caer la noche, cuando ya íbamos a irnos, oímos unos ruidos extraños. Como cuando cantan los grillos que parece haber millones, pero esta vez no eran cánticos de apareamiento sino gorjeos desesperados de cientos de bebés de pavos que gritaban. Vimos las luces encendidas dentro de una gigantesca granja. Cientos de cabecitas blancas que nunca descansaban porque la luz continua es para eso: para que coman, coman, coman y engorden rápidamente; para degollar su cuerpo antes y tener más carne para vender.
Lo que ya iba a ser nuestro puñal directo al corazón para acabar la jornada, se tornó en una noticia inesperada:
– ¡Mira, el contenedor!, me señaló el compañero. Yo pensé que serían más cadáveres aplastados y miré con desgana, pero entre bolsas de basura había una cabecita blanca, erguida…. Corrimos dejando el coche en marcha y lo que iba a ser un bebé, ¡eran dos! Estaba uno encima de otro, aplastaditos, en silencio y asustados. Pronto sabríamos por qué les habían tirado.
La pequeña Montse está ciega, no puede ver. No entendemos cómo ha podido sobrevivir en una granja sin ver dónde está la comida o el agua. Quizás por eso está tan delgadita, desnutrida y con «ala de ángel», una enfermedad es el resultado, precisamente, de déficit alimentario. Y seguro que, por ser tan delgadita, ha acabado descartada como «producto NO rentable»: si su cuerpo tiene poca carne, el granjero no la mantendrá con vida, y acabaría como algo inservible, en la basura.
Lo que aún no entendemos es por qué su hermanita Patricia también estaba acurrucada con ella tras el contenedor. Lo que sí sabemos es que menos mal que estaban juntitas porque así Patricia será su lazarillo y, oyendo sus sonidos cuando picotee comida, cuando beba, o cuando gorgoje contenta, Montse podrá estar al tanto de muchas cosas de su entorno que la vista no le muestra.”
Desgraciadamente, como otros pavos de su especie y debido a la selección genética, Patricia padece de úlceras por apoyo en sus patas. Su cuerpo no está preparado para aguantar tanto peso, al pasar tanto tiempo tumbada y sin poder andar se producen estas llagas que son casi imposibles de curar. En el santuario hemos vivido el fallecimiento de otros como él por las mismas lesiones. Aunque hemos consultado distintos veterinarios, los tratamientos son inacabables y los resultados no tan satisfactorios como quisiéramos, ahora tenemos más experiencia y seguimos luchando por Patricia: estamos valorando la posibilidad de tratar las úlceras de sus patitas con laserterapia.
Patricia es un pavo muy querido y mimado en El Hogar. Las voluntarias cuidamos cada detalle para darle la mejor calidad de vida. Y aunque no pueda caminar, le daremos un millón de tardes de puestas de sol para que sienta el airecito en sus plumas que tanto le gusta.
Amadrina a Patricia si quieres ser parte de su familia y ayudarnos a cuidar de él.
Ellos también quieren vivir, nos ayudas a darles una nueva oportunidad?
Amadrina desde 12€ / 18€ / 25€ ó 45€
Si tienes alguna duda o consulta, por favor, no dejes de escribirnos y estaremos encantadas de responderte.
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