Notas extraídas del diario secreto del Sr. Potter:
“Estoy indignadísimo, y no puedo evitar gruñir cada vez que pienso en ello. Hace unas semanas, estaba yo tranquila y pacíficamente descansando a la sombra, en mi casa, cuando llegó un grupo de personas con el propósito de someterme a un aseo en profundidad. Sostenían que tengo demasiados pliegues en mi cara, y que había que limpiarlos. ¡Envidiosos! Ellos, con sus caras lisas, no tienen ni idea de que esos pliegues son símbolo de distinción y dan una gran prestancia a los de mi clase. Obviamente, no pensaba dejar que me pusieran la mano encima, pero hicieron algún extraño truco y caí redondo presa de un gran sopor. Mientras mi hermoso cuerpo yacía inerte sobre la hierba, aprovecharon para limpiarme los ojos, las orejas, la boca, los colmillos, la cara entera… ¡qué agravio! Y eso no es lo peor. He visto circular por ahí unas fotos de unas individuas dándome besos en la mejilla mientras yo dormía, aprovechando que me habían sedado y no podía defenderme de su ansia besucona, ¡ultraje!
Cuando desperté, me sentía confuso, y todo daba vueltas a mi alrededor mientras los humanos no dejaban de observarme insolentemente. Esto me puso de muy mal humor y me levanté lo más dignamente que pude, y me marché de nuevo a mi casa insultándoles por el camino. Qué falta de respeto….
Por lo demás, estoy bastante conforme aquí en El Hogar, compartiendo parcela con unos cuadrúpedos que hablan un extraño idioma a base de beeeeeeees, que no me importunan ni se meten en mis asuntos, así que la convivencia es agradable. No son muy exigentes en lo gastronómico y se conforman con la hierba del suelo y con ese asqueroso heno que nos traen a veces, y aunque he tratado de convencerles por activa y por pasiva de que nos unamos en un motín para exigir un menú más sabroso, a base de manzanas frescas, verduras (troceadas en juliana, a ser posible), y delicioso pienso lleno de carbohidratos y calorías, son demasiado vergonzosas y con un escaso espíritu de lucha, así que siempre me quedo yo sólo en mis protestas. Y como dicen que me sobran unos kilos, me dan comidas ligeras, y en vez de ponérmela en mi plato, me la esparcen por toda la parcela para que tenga que buscarla y caminar. Esto me parece una grosería y muy poco cortés, pero he de reconocer que es la única forma de motivarme para estar en forma y tener un cuerpo 10.
Soy un cerdo orgulloso, lo reconozco. Muuuy orgulloso. No me gusta que me manden, o que me digan lo que hacer, ¡yo tomo mis propias decisiones! Por eso gruño tanto, para ganarme el respeto de la gente.
A veces se acerca alguien a rascarme en el costado, y es una sensación tan agradable que por un momento me olvido de que soy un tipo duro y me apetece tumbarme, espatarrarme y abandonarme… pero temo por mi imagen y mi reputación, así que trato de recuperarme rápidamente y me alejo refunfuñando haciéndome el indignado.
¡No soy un perrito faldero y sumiso al que hacer carantoñas, soy el indómito Sr. Potter!”