Una Julieta en el camino

Por Tresa

La quietud de un bucólico domingo por la tarde.

La tranquilidad y los suspiros acompasados por el sonido de las hojas al caer.

Suspiros y esa luz cristal ambar que invita a pasear despacito, saboreando cada paso y cada instante.

Pajaritos que, de arbolito en arbolito, acompañan con sus gorgojitos graciosos. Y de pronto levanté la vista y allí una familia de gorriones se acicalaban en aquel charquito tibio por el sol de todo el día.

Y más adelante, contemplé aquel llano paraje de monte bajo y me encantó la puesta de sol, que se despedía a poquitos para irse a dormir.

¡ Que paz y que tranquilidad !. ¡Cuanta belleza y calma en este domingo por la tarde!. Entre hojas amarillas en la vereda… ¡Hummm!. ¡Temperatura perfecta,  abrigadita y envuelta en lana!….

Y pensé: ¡Es una tarde de ensueño para pasear de la mano, entre besitos de “tu Romeo”, si es que tienes la suerte de tenerlo y hoy libra!. ¡ O de “tu Julieta”, si es que tienes la suerte de tenerla y hoy libra!

Y entre suspiro y suspiro, seguí paseando…

Por fin, “los cazavidas” (cazadores) desalojaban y les veía alejarse y con eso, el paisaje aún ganaba más aún.

Y entre suspiro y suspiro mi vista alcanzó la línea blanca y el gris asfalto y el coche y otro y otro y luego otro y una pitada y otra más estruendosa y…..¿Qué es eso? ¿Una “potrilla” desbocada?- ¿Acaso una avioneta de alas grandes?

Era como una cervatilla pequeña, pero  una vez más cerca de ella, mis ojos vieron que se trataba de una pequeña perrita de orejas gigantes.

No. No era una avioneta. Era una perrita que llevaba  la cara desencajada del pánico. Desnortada, alterada, infartada, extenuada, acelerada…

Llena de heridas….. Y por un momento creí que la engañaba con mis silbidos y llamadas y se acercaba, pero lo pensó y reculó. De pronto se escapó. Y las dos despavoridas, ella y yo, otra vez corríamos por el gris asfalto y luego aflojábamos y nos mirábamos… Y por fortuna aquel enorme aloe vera al margen de la carretera la atrapó entre sus grandes espinas. Quedó inmóvil y sus intentos fallidos no la llevaban ni para atrás ni para delante. Cuanto más lo intentaba, más gritaba ella. Y aproveché aquella racha de “buena suerte” para engancharme yo también entre las grandes espinas. ¿Acaso había algo mejor qué hacer aquella bonita tarde de domingo tan romanticona? Así que directa al calvario de las espinas que me lancé. Qué daño más grande! Upssss!!!!.¿Cómo una planta con tantas propiedades puede tener tan mala “leche”? ¡¡Que escozor!!. Pero de entre mis dedos, la perrita nunca ya más se escapó.

Y en ese momento, en el que la vida por un instante se  paró….. Ella me miró a los ojos y yo la miré a los suyos y se despertó un cariño tan grande que desde entonces nos quisimos con fervor hasta hoy.Esa tarde, al final, no hubo romeo, pero la cuneta me trajo a Julieta, que sin duda ninguna es ahora la niña de mi corazón. De nuestro corazón, que ahora late más fuerte si cabe, pues ella tan chiquitita,  lamer y amar es lo que mejor sabe.

Ahora Julieta vive alegre y feliz con nosotras. Y en esta historia, en la que triunfó el amor desde el principio,  no sabemos ni cómo ni cuándo, peró como por concesión divina, nuestra Julieta hoy día 13 de Diciembre parió.

Tres son sus hermosos cachorros, que decoran este, nuestro dulce pastel… Como nata, canela y ron.

Y todos juntos, este año, con la guinda de Julieta, alegres en el Santuario nos comeremos el turrón tocando fuerte la pandereta.

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