La vejez es una de las etapas más delicadas de la vida. Afrontar el declive de un ser muy querido es algo para lo que no estamos preparados. Las enfermedades que afectan al cuerpo, se pueden localizar e identificar fácilmente y tratar de la manera que corresponda. Y aunque suelen acarrear ciertas limitaciones físicas, poco a poco vamos adaptando nuestros hábitos de vida a esta nueva condición.
Pero, ¿que pasa cuando la edad afecta al cerebro? La degeneración cognitiva es algo que nos espanta porque en cierto modo diluye la identidad de aquel al que amamos y con quien hemos compartido años de vida. De repente, no le entendemos, no le reconocemos, no sabemos cómo comunicarnos con él o ella.
La senilidad y el Alzheimer en animales como perros y gatos es bastante frecuente. Su esperanza de vida ha aumentado gracias a los cuidados esmerados de sus responsables. Y debido también a los excelentes avances en veterinaria con los que contamos en la actualidad. Así pues, en el proceso natural del envejecimiento, la mente se apaga poco a poco de forma irremediable aunque el resto del cuerpo se vaya manteniendo aceptablemente.
Síntomas más frecuentes
Por eso es importante que estemos preparados y saber identificar cuando nuestro perro o gato puede estar comenzando a presentar dificultades con sus funciones cognitivas.
La principal pista suelen ser los cambios de comportamiento ya que la senilidad afecta a las principales funciones cognitivas: la memoria, la percepción y la atención.
Estos son algunos de los síntomas más comunes en perros
- Disminución de la actividad, confusión y desorientación.
- Disminución de la interacción con los miembros de la familia.
- Disminución de las respuestas sensitivas a estímulos.
- Dificultad para desarrollar órdenes previamente aprendidas.
- Mayor irritabilidad.
- Alteraciones en el ciclo de sueño.
Y estos son los síntomas más frecuentes en gatos
- Desorientación y confusión.
- Maullido constante sin motivo aparente.
- Dificultad para utilizar el arenero o bien hace sus necesidades en cualquier sitio.
- Aumento del merodeo por la vivienda.
- Dificultad para reconocer a los miembros de la familia.
- Alteraciones en el ciclo de sueño.
- Mayor irritabilidad.
La ansiedad y la depresión, son patologías asociadas a la disfunción cognitiva. La ansiedad está vinculada al aspecto emocional. Al verse mermadas capacidades físicas y de percepción e interpretación del entorno, se potencia en el animal la sensación de amenaza y vulnerabilidad.
La depresión puede ser un síntoma precoz de la demencia senil o presentarse como un síntoma más de las dificultades cognitivas. Se manifiesta con apatía, falta de reacción y pérdida de apetito.
Tratamiento
Si has percibido estos cambios en tu gato o perro, es importante que acudas a un veterinario para descartar posibles tumores, lesiones cerebrales, problemas tiroideos, meningitis u otros problemas médicos que podrían estar provocando un estado de demencia cognitiva.
Una vez establecido el diagnóstico, se aplicará el tratamiento adecuado a las necesidades de cada paciente. Al ser un estado derivado del envejecimiento natural del organismo, es irreversible. Por eso, lo que se intentará a partir de ahí, es minimizar los síntomas y tratar de frenar en la medida de lo posible el avance de este deterioro. ¿De qué manera? Trabajando sobre la conducta y el entorno por un lado, y con el uso de medicamentos que regulen los procesos cerebrales, por otro.
Conducta
En muchos casos, el tratamiento pasa por una fase de reeducación cognitiva. La pérdida cognitiva está relacionada con la pérdida de memoria, por eso, trabajar para reforzar las conductas aprendidas, puede funcionar como un ejercicio para estas capacidades debilitadas. Y por supuesto, contribuye a mantener determinadas pautas de convivencia.
Adaptar el entorno
Conviene adaptar el entorno a las limitaciones físicas y de respuesta. No hablamos de modificaciones en los espacios en los que vive el animal, sino en añadidos a nuestra rutina habitual. Es aconsejable proporcionar al gato o al perro un enriquecimiento ambiental que estimule en especial el oído, el tacto, el olfato y el gusto. Por ejemplo, podemos proporcionarles nuevos sabores o utilizar música relajante como ambientación. El ejercicio y la socialización también son importantes, en una intensidad adecuada. Dedicar tiempo a jugar con ellos y ayudarles a moverse y pasear resultará muy positivo.
Tratamiento farmacológico
El uso de medicamentos en esta fase vital, es inevitable para paliar algunos síntomas asociados a la disfunción cognitiva. Cada caso debe ser estudiado con detenimiento hasta encontrar el tratamiento que mejor se adapte al paciente.
Convivir y cuidar de alguien con demencia senil, no es fácil, es verdad. Nos necesitan a su lado, siendo su soporte y su apoyo. Pero llevado con paciencia y mucho amor podemos vivir momentos de enorme ternura que jamás olvidaremos. Y lo que es más importante: les brindaremos una buena calidad de vida en su etapa más vulnerable.